jueves, 23 de julio de 2015

DIEGO ÁLVAREZ MIGUEL. NO SÉ LO QUE ME PASA


NO SÉ LO QUE ME PASA

No sé lo que me pasa, de repente me he puesto a soñar
con un sueldo de cinco mil euros al mes y una novia
con las tetas grandes, las manos suavísimas,
y me he imaginado reclinando el asiento
de mi nuevo BMW sobre una cala de Mallorca
para que una francesa de anchos labios rojos
no se golpease la cabeza contra el volante
y yo le decía que aquello era nuestro petit secret,
todo nuestro, y que Laura —el imaginario nombre
de mi estupenda novia— no tenía por qué enterarse.
No sé lo que me pasa, la verdad. Me he imaginado
Pagando champagne francés en la estación
de esquí más grande de los Alpes, invitando
a mis jóvenes y apuestos amigos, sonriéndole
con mi blanca dentadura nueva a la morena
y atlética esquiadora con la que estrenaré
la cama de mi caliente cabaña de roble
mientras ponen la NBA por la televisión de pago
y bebemos Macallan hasta por la mañana.
No sé lo que me pasa, es en serio. Nunca había
pensado en cruzar el Adriático, imaginando
que conduzco un yate de diez mil caballos
lleno de polacas intensas y griegas esculpidas
en el mármol del sexo imparable y cazando
grandes ballenas con un arpón más que infalible
que en su día perteneció sin duda a algún rico
emperador oriental o bizantino. No lo sé, no sé
lo que me pasa, yo antes soñaba con tonterías,
soñaba con que chicas agradables me quisieran
con un coche que no perdiera gasolina, una cerveza
fría los domingos, un buen libro, una buena peli,
con escribir de vez en cuando un buen poema.
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De Hidratante Olivia, Madrid, Hiperión, 2015.