domingo, 18 de mayo de 2008

MARIO BENEDETTI. HOMBRE PRESO QUE MIRA A SU HIJO


HOMBRE PRESO QUE MIRA A SU HIJO

Al viejo "hache"

Cuando era como vos me enseñaron los viejos
y también las maestras bondadosas y miopes
que libertad o muerte era una redundancia
a quién se le ocurría en un país
donde los presidentes andaban sin capangas
que la patria o la tumba era otro pleonasmo
ya que la patria funcionaba bien
en las canchas y en los pastoreos

realmente botija no sabían un corno
pobrecitos creían que libertad
era tan sólo una palabra aguda
que muerte era tan sólo grave o llana
y cárceles por suerte una palabra esdrújula

olvidaban poner el acento en el hombre

la culpa no era exactamente de ellos
sino de otros más duros y siniestros
y éstos sí
cómo nos ensartaron
con la limpia república verbal
cómo idealizaron
la vidurria de vacas y estancieros

y cómo nos vendieron un ejército
que tomaba su mate en los cuarteles

uno no siempre hace lo que quiere
uno no siempre puede
por eso estoy aquí
mirándote y echándote
de menos

por eso es que no puedo despeinarte el jopo
ni ayudarte con la tabla del nueve
ni acribillarte a pelotazos

vos sabés que tuve que elegir otros juegos
y que los jugué en serio

y jugué por ejemplo a los ladrones
y los ladrones eran policías

y jugué por ejemplo a la escondida
y si te descubrían te mataban
y jugué a la mancha
y era de sangre

botija aunque tengas pocos años
creo que hay que decirte la verdad
para que no la olvides

por eso no te oculto que me dieron picana
que casi me revientan los riñones

todas estas llagas hinchazones y heridas
que tus ojos redondos
miran hipnotizados
son durísimos golpes
son botas en la cara
demasiado dolor para que te lo oculte
demasiado suplicio para que se me borre

pero también es bueno que conozcas
que tu viejo calló
o puteó como un loco
que es una linda forma de callar

que tu viejo olvidó todos los números
(por eso no podría ayudarte en las tablas)
y por lo tanto todos los teléfonos

y las calles y el color de los ojos
y los cabellos y las cicatrices
y en qué esquina
en qué bar
qué parada
qué casa

y acordarse de vos
de tu carita
lo ayudaba a callar
una cosa es morirse de dolor
y otra cosas morirse de vergüenza

por eso ahora
me podés preguntar
y sobre todo
puedo yo responder

uno no siempre hace lo que quiere
pero tiene el derecho de no hacer
lo que no quiere

llorá nomás botija
son macanas
que los hombres no lloran
aquí lloramos todos

gritamos berreamos moqueamos chillamos
maldecimos
porque es mejor llorar que traicionar
porque es mejor llorar que traicionarse

llorá
pero no olvides.
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De Poemas de otros, 1974.

miércoles, 14 de mayo de 2008

ALFONSINA STORNI. CONTRA VOZ


CONTRA VOZ

Entierra la pluma
antes de atarte a los puños
como una llama
el dolor de servir
a cosas estultas.

Por su punta,
como por los canales
que desagotan el río,
tu agua se desparrama
y muere en el llano.

La palabra arrastra limos,
pule piedras,
y corta selvas imaginarias.

Piden los hombres
tu lengua,
tu cuerpo,
tu vida:
Tírate a una hoguera,
florece en la boca
de un cañón.

Una punta de cielo
rozará
la casa humana.
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De Grandes goles de todos los tiempos.

sábado, 10 de mayo de 2008

JULIO CORTÁZAR. CUANDO ENTRO EN MI AUDÍFONO


CUANDO ENTRO EN MI AUDÍFONO

Cuando entro en mi audífono,
cuando las manos lo calzan en la cabeza con cuidado
porque tengo una cabeza delicada
y además y sobre todo los audífonos son delicados,
es curioso que la impresión sea la contraria,
soy yo el que entra en mi audífono, el que asoma la
cabeza a una noche diferente, a una oscuridad otra.
Afuera nada parece haber cambiado, el salón con sus lámparas,
Carol que lee un libro de Virginia Woolf en el sillón de enfrente,
los cigarrillos, Flanelle que juega con una pelota de papel,
lo mismo, lo de ahí, lo nuestro, una noche más.
y ya nada es lo mismo porque el silencio del afuera amortiguado
por los aros de caucho que las manos ajustan
cede a un silencio diferente,
un silencio interior, el planetario flotante de la sangre,
la caverna del cráneo, los oídos abriéndose a otra escucha,
y apenas puesto el disco ese silencio como de viva espera,
un terciopelo de silencio, un tacto de silencio, algo que tiene
de flotación intergaláxica, de música de esferas, un silencio
que es un jadeo silencio, un silencioso frote de grillos estelares,
una concentración de espera (apenas dos, cuatro segundos), ya la aguja
corre por el silencio previo y lo concentra
en una felpa negra (a veces roja o verde), un silencio fosfeno
hasta que estalla la primera nota o un acorde
también adentro, de mi lado, la música en el centro del
cráneo de cristal
que vi en el British Museum, que contenía el cosmos
centelleante
en lo más hondo de la transparencia, así
la música no viene del audífono, es como si surgiera de mí mismo,
soy mi oyente,
espacio puro en el que late el ritmo
y urde la melodía su progresiva telaraña en pleno
centro de la gruta negra.
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De Grandes goles de todos los tiempos.